domingo, 23 de octubre de 2011

La segunda recapitalización bancaria

Entre la declaración de Trichet (‘los ciudadanos europeos no admitirían un segundo rescate bancario') y la de Barroso ('hay que recapitalizar urgentemente la banca') han transcurrido tan solo 5 meses. ¿Qué ha ocurrido? la crisis de la deuda se ha agudizado. Como era previsible, los problemas que no se resuelven, se acaban agravando.

La crisis bancaria y la de la deuda son dos caras de la misma moneda que se retroalimentan entre sí. Por eso, recapitalizar la banca solo tendría sentido si, al mismo tiempo, se pone en marcha una salida para la resolución de la crisis de la Deuda de los países periféricos. La resolución de la crisis bancaria es inseparable de la salida que se dé a Grecia, máxime teniendo en cuenta que la crisis de la deuda griega ha traspasado la frontera de los países periféricos (PIIGS) y amenaza a los países nucleares, singularmente, Bélgica y Francia. No solamente se ha extendido al sector bancario sino que se ha convertido en una crisis del Euro y, más allá, del propio proyecto europeo en su conjunto.

Por lo tanto, se necesita una solución global que ofrezca una salida viable a los países endeudados y evite la ruptura del euro: podría ser una Unión Fiscal, que comenzara por la emisión de Eurobonos, pero Alemania, su principal contribuyente, se opone, al menos, en este momento. Sin federalismo fiscal, la salida será una combinación impredecible de los siguientes elementos:

- rescates limitados con fuerte condicionalidad y programas de austeridad
- quitas agresivas en la deuda de países en dificultades
- recapitalizaciones bancarias públicas limitadas
- mecanismos de resolución de crisis
- nueva gobernanza europea: vigilancia macroeconómica multilateral y sanciones automáticas ante incumplimientos
- intervenciones decididas del BCE para estabilizar los mercados de deuda.

La solución global (el ‘big bazooka’ de Cameron) necesaria requiere decisiones políticas enérgicas que reviertan una dinámica negativa que va acercando Europa al abismo. Una decisión de altura para no echar por la borda la construcción de las últimas generaciones europeas desde la postguerra.

El paso siguiente es la clarificación del papel del EFSF: es pequeño para salir al rescate de las deudas italiana y española (440 MMM€, de los que ya hay comprometida una parte para países intervenidos) y, por lo tanto, debe ser ampliado (apalancado) sustancialmente. ¿Cómo? Ante el desacuerdo franco-alemán, se proponen diversas iniciativas: crear el EFSF como banco para que tenga acceso a la financiación del BCE, (postura francesa) o como aseguradora (alemana) para que el EFSF ofrezca garantías parciales sobre la emsión de bonos (20-30%), de manera que el Fondo, a través del aumento de su potencia, pueda funcionar como un respaldo final (backstop) aunque parcial a la crisis de la Deuda.
A corto plazo, el único instrumento que puede jugar un papel importante es el BCE, que tendría que perder su virginidad monetaria interviniendo sin límite en los mercados de Deuda Pública, como la FED o el BoE. El problema de esta propuesta es que se opone a la tradición y principios de Alemania. De ahí las voces críticas al programa de compra de Deuda Pública del BCE (SMP) por parte del presidente alemán, del gobernador del Bundesbank o de algunos miembros significativos del propio BCE (Jurgen Stark).

La recapitalización bancaria incrementará la sequía de crédito actual y frenará todavía más el crecimiento económico, la última clave de la salida a la crisis. Muchos bancos, ante la situación de cierre de los mercados y las valoraciones bursátiles, optarán por desapalancarse más para cumplir el mínimo del 9% de core tier I capital. El aumento de la presión regulatoria va directamente contra el crédito porque las entidades utilizan las facilidades de liquidez del BCE y las inyecciones de capital de los Estados para fortalecer su balance y cumplir los nuevos requisitos de capital. El sistema financiero tiene que seguir mejorando su posición absorbiendo y liquidando, eventualmente, las entidades insostenibles, pero proyectar dudas sobre todas las entidades indiscriminadamente contribuye a cerrar más todavía los mercados de capital y a algunas entidades a practicar estrategias de captación de recursos sin sentido económico.

Este proceso de recapitalización de los bancos europeos sistémicos no servirá de nada si no se encuentra una solución a la crisis de la deuda periférica. El sector privado desconfía de las entidades financieras y opta por salirse del sector, el fondo europeo de rescate no está suficientemente definido como para participar en la recapitalización de los bancos. Tendrán que ser los gobiernos los que inyecten, por segunda vez, capital a las entidades. Pero la situación de la deuda pública es problemática y los electorados no aceptarán fácilmente un segundo rescate financiero. Los acuerdos adoptados por el Ecofin este fin de semana se convertirán en mayores presiones bajistas sobre los precios de los bancos en el mercado.

Una recapitalización podría aportar alguna ventaja si se reconocieran de inmediato las pérdidas en los balances bancarios, rebajando el precio de los inmuebles y liquidando activos improductivos, si se desencadenara un cambio en la propiedad y en la gestión, pero esto está alejado de la dinámica actual del sector. En algunos países se ha optado por la vía del ‘banco malo’, pero está por ver su eficacia.

Además, la capitalización forzosa que se pretende supone tratar por igual a entidades diferentes y es inconsistente con la regulación del capital económico (Basilea III). ¿Hasta cuándo seguirá considerándose la Deuda Pública como un 'activo sin riesgo' cuando en Grecia están a punto de reconocer quitas del 50-60% del nominal?

En España, tras la entrada del FROB en las cajas más vulnerables, a excepción de la CAM, las entidades financieras se podían considerar capitalizadas antes del acuerdo del Ecofin del 22.10.11. Hasta el momento, el coste para el contribuyente de las recapitalizaciones efectuadas asciende al 1.75% del PIB, cifra menor que las cantidades inyectadas en los países del entorno. Pero este no es más que el primer paso: el futuro de las entidades vendrá determinado por el contexto de crecimiento débil y alto desempleo. Las perspectivas no son nada favorables, más bien complicadas: volumen de negocio que disminuye, márgenes estrechándose más y morosidad creciente. Por eso, el camino de la reestructuración se ha iniciado pero no ha concluído. El escenario de prolongación de la crisis exige un ajuste mucho mayor del que se ha producido. Las valoraciones de mercado de las cajas (en torno al 10% de su valor en libros, Unnim se ha valorado a 1 euro) reflejan estas perspectivas tan poco halagüeñas. Es más que probable que una nueva ronda en el proceso de reestructuración tenga lugar, esta vez no como producto de las mayores exigencias de capital, sino como ajuste a un mercado en situación de estancamiento.

24.10.11