sábado, 18 de mayo de 2013

La vida sexual de los elefantes (prospectiva 2030)

futuro 2030

No es frecuente un análisis de largo plazo. Si, además, se realiza en medio de la crisis más grave y compleja después de la II Guerra Mundial, el ejercicio de prospectiva, además de inédito, resulta heroico.

El documento Escenarios de futuro para la economía española 2030 (1) presenta 4 escenarios alternativos, todos posibles, todos viables, aunque con distintas probabilidades de materializarse, mayor en los casos intermedios (escenarios B, follower, y C, economía exportadora) que en los extremos (escenarios A, idílico, o D, catastrófico). La clave reside en qué probabilidades tienen los escenarios dibujados o, mejor, cual sería la combinación de los mismos más plausible con sus implicaciones en las políticas económicas y los sistemas sociales del futuro.

En todos ellos, la cuestión de fondo se sitúa en los más altos niveles políticos y tienen que ver con el destino de Europa y de España. Nunca había sido tan verdad que el Estado-nación es demasiado grande para los problemas pequeños y demasiado pequeño para los grandes. Son tan graves y trascendentales las cuestiones planteadas que nada puede darse por hecho, ni siquiera con nítidas probabilidades de imponerse sobre su contrario; lo más seguro es que nada es seguro. En realidad, el futuro no está escrito, se está escribiendo sobre las decisiones que se van tomando en el camino. Es un proceso autoalimentado cuyas bases dependerán de las respuestas que vayan obteniendo dos cuestiones de especial trascendencia:

i) La ruptura del Euro y de la UE ya no son una posibilidad remota, sino que tiene una probabilidad creciente. Además de sus contradicciones internas (abandono del Euro por Grecia o Chipre, posible salida de UK), habría que añadir el hecho de que Europa camina hacia su irrelevancia en el tablero internacional, como consecuencia del ascenso de las economías emergentes.

ii) El Estado de las Autonomías en su configuración actual no es sostenible en medio de esta crisis financiera. La combinación de crisis económica y política en España puede tener efectos institucionales graves.


A estas alturas, es evidente que la Unión Monetaria nació con importantes fallos de diseño porque la política monetaria federal se contrapone con políticas fiscales, de supervisión bancaria o de regulación desarrolladas a nivel nacional, como lo ponen de manifiesto los propios 4 Presidentes en el documento 'Hacia una genuina Unión Económica europea'. (2)

La crisis de la Deuda es la crisis de Europa y no tiene visos de encontrar una solución estable a corto plazo porque sin crecimiento es imposible volver a una senda sostenible de la Deuda Públicas. Es más que probable que, a pesar de los rescates realizados, Grecia y Chipre se vean obligadas a abandonar el euro en los próximos meses/años si no se produce pronto una reactivación económica. Lo mismo podría ocurrir con España e Italia, pero su dimensión convierte un problema técnico en un problema político de dimensiones históricas. La eventual salida para España e Italia pasaría antes por alguna clase de reestructuración de su deuda y por la participación de accionistas y acreedores bancarios (bail-in, como en el caso de las preferentes españolas o de los depositantes chipriotas, antes de cargar el coste a los contribuyentes) con carácter previo, por temor al contagio.

En ausencia de crecimiento económico y de una determinación por mutualizar la Deuda de los Estados, solo queda la alternativa de la reestructuración (quitas sobre el nominal o reconsideración de las condiciones, tipos y plazos) para que la Deuda, pública y privada, entre en una senda sostenible, como explica Buiter (3). La reestructuración de la deuda italiana o española, además de un movimiento traumático, supondría desatar un efecto contagio que, probablemente, acabe por eliminar el status de activo sin riesgo a la Deuda Soberana.

Sin embargo, a pesar del proceso de desapalancamiento, no habría que subestimar la voluntad política de los europeos por mantener la Unión, tras la experiencia de los años 30, ni las estructuras construidas durante estos años de crisis y que han permanecido parcialmente ocultas debido a la severidad de la misma (constitución del ESM, vigilancia multilateral de los Presupuestos nacionales y de los desequilibrios macroeconómicos, Fiscal Compact, inicio del camino hacia la Unión bancaria, ...). La Europa de la postguerra representa la paz y el bienestar social y, aunque el método europeo es decepcionante ('se parece a la vida sexual de los elefantes: todo transcurre a muy alto nivel, levanta mucho polvo y tarda mucho tiempo en producir resultados', Asmussen, BCE) (4), la construcción europea ha costado demasiado como para echarla por la borda fácilmente.

Sin embargo, la voluntad europea se enfrenta con la doble fatiga de sus ciudadanos (fatiga de la austeridad en el Sur contrapuesta a la fatiga por los rescates de los países triple A). En el marco de las sociedades democráticas, no se trata de un dilema político (ciudadanos europeos del Mediterráneo contra Merkel) sino de un choque de legitimidades entre los países del Norte y los del Sur. Encontrar una salida a este conflicto no parece fácil, pero el escenario más probable incluiría una serie de equilibrios múltiples con el fin último de salvar el proyecto europeo, lo cual nos conduce a una Unión Monetaria inacabada, a varias velocidades, sorteando problemas sobre la marcha.

Una de las claves es el papel de los Bancos Centrales en este proceso. Es obvio que las políticas fiscales restrictivas necesitan un contrapunto expansivo monetario. El escenario de crecimientos débiles potenciará todavía más su papel y socavará parcialmente su estatuto de independencia. El conflicto entre políticos y banqueros centrales representa otra contradicción latente con una consecuencia grave: la falta de legitimidad democrática de las instituciones rectoras (¿quien ha elegido a la Troika?).

Los escenarios propuestos en el estudio recogen esta contradicción inclinándose por un futuro dominado por el poder tecnocrático. Puede ser, sin duda es un escenario que cuenta con más probabilidades, pero habrá de resolver las consecuencias de la austeridad. Dice Joschka Fisher (5) que no es una crisis financiera sino política, que es cuestión de tiempo la aparición de un liderazgo europeo anti-austeridad. Francia ha dicho basta, pero ha carecido del poder de arrastre suficiente para ofrecer un alternativa a la dirección impuesta por los países del Norte. Los últimos pronunciamientos de la CE (Durao Barroso: 'la austeridad ha llegado a su límite') parecen favorecer la flexibilización de las condiciones del ajuste por sus efectos devastadores en las sociedades del Sur, pero no suponen un cambio en el paradigma dominante de la austeridad. En el fondo, el debate entre la austeridad y los estímulos solo tiene sentido donde existe esa posibilidad, en Alemania, o en los países nucleares, no en los PIIGS, que no tienen capacidad de practicarla. Éstos solo pueden aspirar a un reequilibrio interno en la Eurozona, con pocas probabilidades de éxito, que incluya una revaluación de Alemania a través de políticas expansivas, y una devaluación de los países del Sur, que ya está en proceso.

La supervivencia de España como proyecto compartido arroja dudas más que razonables. El Estado de las Autonomías, en su diseño actual, no es sostenible y deberá ser reformado bien en un sentido federal bien en un sentido recentralizador. O bien, como algo más probable, hacia una combinación imperfecta de ambos. Solamente un escenario de máxima tensión contemplaría la independencia de Euskadi o Cataluña mientras que las alternativas de mayor estabilidad incluirían una evolución federalizante en algunas competencias y recentralizadora en otras. Los Estados, por un lado, y los mercados, por otro, no permitirán la creación de nuevas fronteras y/o monedas.

Después del proceso de recapitalización y reestructuración del sistema financiero, que ha quedado constituido por 15 grandes grupos bancarios gestionando el 90% de los activos totales del sistema, cabría esperar algún paso adicional en la concentración y especialización sectorial-local de las entidades. Sin embargo, las principales lecciones de la crisis para el sistema financiero apuntan hacia las siguientes líneas:

- La crisis ha puesto de relieve las carencias de la regulación y supervisión bancarias. La respuesta ha sido una presión regulatoria extrema que todavía irá en aumento y repercutirá en la configuración del mapa de entidades financieras. A destacar los pasos hacia la Unión Bancaria Europea, probablemente más lentos y difíciles que lo previsto sobre todo en la configuración del marco de resolución de entidades en crisis, y el reforzamiento de la Supervisión macroprudencial, lo cual implicará limitaciones importantes en la actividad bancaria, particularmente, en la concesión de créditos. Antes de la puesta en marcha definitiva del Supervisor Bancario único (SSM), está previsto un análisis independiente del BCE sobre los bancos europeos, lo cual puede provocar más de una sorpresa en la limpieza de bancos 'zombies'.

- La restricción crediticia actual ha puesto de manifiesto el cuasi moonocultivo del canal bancario en la financiación de las empresas y familias en Europa. Consecuentemente, otras vías de financiación irán abriéndose paso restando cuotas de mercado a los bancos tradicionales: mercados de emisión para Pymes, capital riesgo, banca pública en algunos casos, crowdfunding,.... A pesar de las eventuales medidas que adopte el BCE, gradualmente, este proceso de desintermediación provocará que los bancos tradicionales vayan perdiendo peso en favor de estas nuevas formas de financiación.

El Estado-bienestar ha mostrado claramente sus límites. No cabe esperar otra cosa que su adelgazamiento y adecuación a una sociedad envejecida, con menores migraciones y altos niveles de desempleo. Además del Estado bienestar, desaparecerán otras instituciones históricas: la negociación colectiva, los sindicatos, los subsidios de desempleo o los hospitales públicos, si no total, sí gradualmente hasta que la protección social llegue a equilibrio sostenible. En el camino, se agudizarán los conflictos sociales y la desafección política.

La aparición de las nuevas tecnologías supone un cambio de paradigma. Las industrias manufactureras se han ido deslocalizando hacia los países de mano de obra barata mientra que en las economías avanzadas solo cabe el desarrollo de la economía del conocimiento. Este nuevo paradigma, una sociedad en red compitiendo en un contexto global y sin barreras supone la configuracíón de una sociedad compleja y fragmentada, como un archipiélago de islas en un océano sin fin, muy alejada de los parámetros anteriores. Sus implicaciones son extraordinariamnte importantes tanto para el individuo como para la empresa y, para la sociedad, porque significa gestionar con eficiencia el plano global y el local. Como dice Bernanke (6), estamos ante la mayor capacidad de innovación de la historia.

En buena medida, el destino de Europa a largo plazo depende de la recuperación del crecimiento económico a corto, y, por lo tanto, habría que preguntarse cuales pueden ser las fuentes de este crecimiento. En una economía globalizada, tan sensible a las turbulencias financieras, la estabilidad de los mercados supone una condición necesaria pero no suficiente. Hay que confiar que la demanda global se recupere como consecuencia de la mejora de la competitividad, del crédito y de la confianza. La economía española ha sufrido un proceso de devaluación interna importante, si bien el ajuste no se ha producido por la vía de los precios sino por la de las cantidades (desempleo del 27%), y espera la recuperación de la Demanda para iniciar el camino del crecimiento gradual basado en mayor medida en la demanda externa que en la interna, lastrada por el endeudamiento de la época anterior.

En todo caso, como dicen los economistas, hacer previsiones sigue siendo difícil. Sobre todo, las de futuro.

ICO 10.05.13

(1) Escenarios de futuro 2030 (Fundación OPTI)
(2) Documento 4 Presidentes por una genuina Unión Europea 
(3) BUITER: La EZ necesita una reestructuración de la deuda 
(4) Asmussen (BCE): Fuego cruzado sobre la EZ
(5) Joschka Fischer: La erosión de Europa 
(6) Bernanke: Perspectivas a largo plazo