lunes, 5 de marzo de 2012

Arraiz mendian

Es tiempo de balances. Con pocas dudas, para la economía española, 2011 ha sido un annus horribilis. La recuperación que estaba en marcha se fue debilitando, hasta alcanzar un crecimiento anual positivo del PIB del 0,7 %, tras las caídas de los dos años precedentes. Los últimos trimestres de 2011 registraron tasas nulas o negativas de crecimiento hasta hacer que el crecimiento anual haya quedado muy alejado de las previsiones oficiales del 1,3%. Lógicamente, los objetivos de reducción del déficit público han registrado una desviación significativa.
Mientras caen el consumo y la inversión, la demanda externa se mantiene. La inflación se orienta a la baja. Sin embargo, cualquier análisis interno sobre la composición sectorial o temporal del PIB palidece frente a las escalofriantes cifras del paro, en las que España no solo ostenta el maillot amarillo de la general, sino también la clasificación por etapas y al sprint, aunque últimamente su liderazgo esté siendo amenazado por un peligroso competidor: Grecia. No se puede atribuir este cambio de expectativas a un error de cálculo o al engaño del gobierno anterior. Lo cierto es que a partir de los meses de verano de 2011, la situación económica mundial se fue deteriorando como consecuencia de la suma de factores que alteraron significativamente las expectativas de recuperación: escalada de precios de las materias primas, tsunami en Japón, programas de desapalancamiento y austeridad generalizados y, sobre todo, una mayor incertidumbre y volatilidad en los mercados de deuda europeos.
Dos indicadores ilustran este cambio de expectativas. Por una parte, se acrecentaron fuertemente las tensiones en los mercados financieros: además de las rebajas del rating y del cierre de las fuentes de financiación para economías como la española, las primas de riesgo aumentaron significativamente, afectando a Portugal, España e Italia, y llamando a las puertas de Bélgica y Francia; por otra parte, el FMI cambió radicalmente sus previsiones: si en Setiembre, proyectaba un crecimiento del 1,1.% para la economía española en 2012, cuatro meses más tarde, en Enero, la previsión se convirtió en un -1,7%, 2,8 pp. menos. El mismo cambio de expectativas, en menor grado, se produjo para todas los países europeos: para el conjunto de la Eurozona, la previsión cambió de un 1,1% al -0,5% para 2012. Para los economistas, hacer previsiones sigue siendo difícil, sobre todo las de futuro.
Casi 5 años después del estallido de la crisis, sólo Alemania ha conseguido igualar los niveles de actividad precrisis, y por los pelos; ni siquiera Francia ha alcanzado el PIB que tenía al cierre de 2007. España, al cierre de 2011, con dos millones de personas más, se situaba en un 96% de la actividad económica precrisis y en el 86% de los niveles de empleo. Tiempo más que suficiente para poder afirmar que no estamos en una crisis, entendida como un paréntesis entre dos puntos más o menos buenos: estamos en una nueva era caracterizada por la austeridad, el desapalancamiento y un crecimiento insuficiente para absorber el desempleo. La pregunta recurrente ¿Cuándo saldremos de la crisis? no tiene respuesta.
Sin duda, una de las claves de la situación es la reducción del flujo de crédito en la economía, eslabón débil de la cadena que une al Sector real con el sector financiero. Las razones que explican esta restricción crediticia se reparten entre el endurecimiento de las condiciones de acceso al crédito por parte de los bancos y la falta de una demanda solvente, por parte de empresas y familias. Las encuestas que ofrece el BCE reparten más o menos las culpas por mitades, si bien hace unos meses estaban más inclinadas hacia el lado de las empresas (los bancos han cerrado el grifo) y últimamente hacia el lado de los banqueros (falta demanda solvente de proyectos de inversión). La crisis está golpeando fuertemente a los proyectos empresariales y los bancos no están cumpliendo su principal función. Sin crédito, flujo sanguíneo de la economía, es imposible mejorar las perspectivas. De ahí que una de las claves de la situación sea la reestructuración y el saneamiento del sistema financiero.
Hoy las perspectivas son bastante negativas: el consenso de los economistas apunta hacia un año con una disminución del -1,3% para el conjunto del año (la peor, Citi -2,8%): se estima en general un primer semestre en recesión (la segunda recesión en 3 años) y una segunda parte algo mejor (‘síndrome del segundo semestre’). En realidad, nada se sabe: todo depende de cómo se van resolviendo tres incógnitas fundamentales: la crisis de la Deuda europea, la disminución del déficit y de cómo evolucione el precio del petróleo (ojo al riesgo geopolítico). Las reformas estructurales, financiera, laboral, son medidas con un horizonte temporal más amplio y no generan ni crédito ni empleo a corto plazo
El panorama a corto plazo es muy negativo. Es difícil sustraerse al sentimiento general: no se vende un piso, no se vende un coche, las rebajas solo funcionan la primera semana, negocios centenarios están echando la persiana, … e pursi muove: en medio de esta recesión, los mercados están subiendo. El MSCI ha aumentado el 7% en el año, el 20% desde octubre, el Ibex está empatando, el Eurostoxx y las principales bolsas europeas han crecido el 10% y las primas de riesgo se han relajado sustancialmente. Los mercados de financiación se van abriendo poco a poco como consecuencia de la intervención del BCE. Hay signos de estabilización en el horizonte:
- El primero y fundamental, la inyección de liquidez del BCE, que sigue la estela de las políticas monetarias expansivas: además de la LTRO, reducción de los tipos, rebaja del coeficiente de caja, flexibilización de colaterales, programas de compra de deuda pública temporal. Aunque no sea el bazooka de Cameron, supone un cambio sustancial de escenario.
- Los datos que vienen del mercado de trabajo USA son muy positivos. 23 meses seguidos de creación de empleo. En los últimos tres meses se han creado más de 500000 puestos de trabajo netos, más que los 200000 que se crearon en el mismo período del año anterior. Todavía insuficiente para compensar los más de 3 millones de puestos de trabajo destruídos en 2008-09.
- El mercado de la vivienda USA, después de haber registrado una caída del precio del 40% en la vivienda, empieza a proyectar luces y sombras; se puede pensar que está tocando fondo (Libro beige)
En conclusión, sobre un trasfondo gris oscuro, casi negro, hay un mundo que se va desacoplando: emergentes por un lado, países OCDE por otro; USA mejor que Europa, dentro de Europa, dos velocidades: países del Norte y del Sur. Más que un mundo a dos velocidades, vamos a un escenario ‘complejo y asimétrico’ de múltiples velocidades. No es cierto que no haya crecimiento y oportunidades; las hay, pero están lejos.
En este contexto, la clave gravita sobre la resolución de la crisis europea de la Deuda. Hoy el vocablo de moda en los análisis económicos es Grexit (Willem Buiter, Citi) que sitúa en un 50% las probabilidades de salida de Grecia del €, porque, según su análisis, los riesgos de colapso se han reducido y hay mayor margen de maniobra (BCE. FMI, participación privada, bancos alemanes y franceses han reducido sus carteras) No obstante, la salida del € sigue siendo un salto a lo desconocido: la alternativa real se sitúa entre lo malo y lo peor, porque los mercados son un dios insaciable: después de quebrar a Grecia seguirán intentando devorar a sus hijos.
Veintitantas cumbres europeas no han conseguido estabilizar definitivamente los mercados de deuda, pero han establecido las bases de un nuevo pacto fiscal con reglas y sanciones, vigilancia multilateral de los desequilibrios macroeconómicos, mejoras en la gobernanza y desarrollo institucional de mecanismos de resolución de crisis. Por debajo de los fracasos sobre la crisis de la deuda, se está produciendo una auténtica refundación de Europa sobre bases diferentes, cuando no distintas, de las fundacionales (PEC, no bail out, no monetización de la deuda, soberanías nacionales,…)
El futuro de la economía vasca en la era de la austeridad
La economía vasca ha presentado un menor crecimiento que la media española y ha destruido 12500 puestos de trabajo en 2011, lo cual confirma que, si bien el punto de partida era mejor, Euskadi no es una isla. De hecho, las perspectivas a futuro, sin dramatizar, son bastante oscuras, por lo que no cabe la autocomplacencia. Hasta ahora, la economía vasca ha resistido mejor la crisis por su estructura industrial, sus mayores dotaciones de capital físico y capital humano, pero estas ventajas competitivas se acaban, ¿Qué industrias van a invertir aquí? La infraestructura más importante hoy es el conocimiento y el talento innovador, algo que, a juzgar por los informes PISA, estamos muy atrasados: la Universidad tiene un nivel bajísimo, la comprensión en ciencias es insuficiente, el conocimiento de idiomas entre la juventud, escaso. Inglés y tecnología, las claves del futuro.
El futuro de Euskadi no es compatible con un discurso autocomplaciente que mira al pasado. Euskadi tiene que reinventarse, tanto en su modelo económico, como en su ubicación dentro de una Europa refundada haciendo una lectura inteligente de las nuevas reglas comunes (la Comisión, Órgano de control de un marco intergubernamental). La gravedad de esta crisis y la interrelación existente entre la economía real y el sistema financiero subraya la importancia de mantener un sistema financiero competitivo y bancos saneados con raíces e intereses vascos.
Esta es la crisis más profunda y compleja que hemos conocido. Ha adoptado diversas formas, todas vinculadas y que se retroalimentan entre sí: crisis financiera, económica, fiscal, política, de divisas,… y todavía le falta por desarrollar la fase más dura: el estallido social. La crisis está cambiando radicalmente el papel de los partidos y programas políticos (gobiernos tecnócratas) y el concepto de soberanía nacional. (trilema imposible de Rodrik: democracia – globalización – soberanía, hay que renunciar a una de las tres). En síntesis, estamos en una nueva era dominada por la austeridad en lo económico y el cambio en lo político. Hoy nos adentramos en una segunda recesión con algún signo de estabilización que procede básicamente de las políticas monetarias independientes y que estén todavía demasiado lejos (USA. emergentes, América Latina, algunos países del Este europeo) pero que se reflejan en un comportamiento positivo de los mercados. Como dice un artículo de The Economist, no ha llegado el momento de celebrarlo pero se perciben algunas razones para el optimismo. Sólo los políticos pueden estropearlo.
ICO 2.03.12